miércoles, 20 de octubre de 2010

Cuerpo y alma


Riquelme está cada vez mejor y ya es un hecho que volverá con Argentinos. Ayer hasta le colgaron una bandera...




Capítulo 1. La promesa más difícil.
“Vení, mamí, ponete vos también, nos van a sacar una foto para el Olé ”.
Natalia es morocha, morocha argentina. Ya pasó los 20, todavía no los 30 y se ríe como una nena de diez. Hace un rato que su trapo cuelga sobre la tribuna de Casa Amarilla. Natalia siente que ofrece su corazón. Lo de Natalia es una conmovedora demostración de afecto y cariño, de respeto mayúsculo por el ídolo. Es la promesa imposible para una fanática. “Román gracias por tu magia”. Cinco palabras, 22 letras le alcanzan a Natalia para resumir el sentimiento de la mitad más uno. Pero Natalia quiere contar su propia historia. Dice Natalia: “Cuando se hablaba todo el tema de si le renovaban el contrato o no, decidí hacer esta bandera. Me pareció una buena idea e hice la promesa de que si Román se quedaba, no venía a la cancha por un campeonato entero. Y me cuesta, eh, me cuesta, pero por él soy capaz de cualquier cosa”. Y revela el dato: “Y eso que voy a la cancha hace diez años y soy socia hace seis. No ir a la cancha me mata”.
Capítulo 2. El regreso más esperado.
Riquelme es morocho, morocho argentino. Ya pasó los 20, también los 30 y se ríe como un nene de diez. Hace un rato que terminó los ejercicios de un martes que lo encuentra felí. Y el dolor no está.Román siente que ofrece su cuerpo. Ayer ingresó en la recta final de la carrera que, anhela, lo deposite sin pasar por boxes en la estación llamada Argentinos. El 31 es la fecha prevista para su reaparición y siete días más tarde jugará el partido que más lo motiva y quiere llegar, aunque sea, con algunos minutos sobre el lomo. En esa puesta a punto, la rutina que realizó ayer se debe leer como una nueva señal positiva. Terminó sin líquido en la rodilla izquierda (se operó de osteocondritis el 18/5) y completó los ejercicios dispuestos por el Profe Torres, con o sin pelota, incluyendo dribblings, aceleración y saltos pequeños.
Tempranito, había arrancado con camiseta manga larga, aunque su imagen a torso desnudo sirve como muestra fiel de su físico privilegiado. Más de cinco meses sin actividad oficial y una panza que sería la envidia de varios. Borghi ya lo había elogiado por su capacidad para no engordar. “El nunca dejó de trabajar”, cuentan desde el entorno de Román para sustentar aquella máxima que el propio Riquelme convirtió en sentencia hace un par de meses: “Es la primera vez en mi carrera que me tomo en serio una lesión”.
Capítulo 3. El técnico más contento.
Borghi es morocho, mitad argentino, mitad chileno, según su propia definición. Ya pasó los 20, los 30 y los 40, y se ríe como un nene de diez. Hace un rato que Riquelme terminó de entrenarse. Y Bichi ya lo empieza a saborear. Aunque no apurará su reaparición, el DT sonríe cada vez que los médicos y los preparadores físicos le informan de los avances de su jugador franquicia. Desde que asumió en Boca, su slogan reza: “La ausencia de Riquelme no es excusa porque ya sabíamos que no iba a estar”. Pero ahora ya imagina un equipo con el 10. Espera que le solucione la escasa generación de juego que propone su Boca. Bichi confía en poder incluirlo como titular frente a Argentinos y que llegue algo afilado a la visita Monumental. Y sí, todo sea por la magia.

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